Síííí, ya sabemos que
es una gracia muy obvia pero no podíamos perder la ocasión de ponerlo…
Pudimos visitar esta pequeña pero acogedora ciudad, un fin de semana allá por
Julio. Creíamos que era un poquito más grande de lo que en realidad
es, así que todos los rincones de la ciudad se pueden visitar en un día. No
hubo nada que nos llamara especialmente la atención (que los
conquenses no se nos mosqueen, que esto no es especialmente malo) porque hemos
de confesar que no nos decepcionó en absoluto. Lo más importante que visitar de
la ciudad lo dejamos para el final. Tuvimos una sensación de que lo que veíamos
iba “in crescendo”.
Nada más llegar a Cuenca,
fuimos al Hotel dónde nos alojamos (algo alejado del Centro Histórico de la
Ciudad, pero con todo lujo de comodidades) ya que, decidimos pasar la
noche. Sin tiempo para retomar fuerzas y ya entrando la noche, decidimos perdernos
por la ciudad sin rumbo fijo, llegamos hasta el parque por el que pasa el
río Huécar y nos dimos un agradable paseo nocturno, las vistas que hay tanto a
la Hoz del Júcar como la del Huécar son impresionantes, en la ciudad
encuentras infinidad de museos, Iglesias y no menos importante, bares y
restaurantes.
El sábado por la
mañana aprovechamos para visitar el Centro Histórico de Cuenca. Para
los que vayáis en coche os recomendamos que no os metáis por el centro, es
mejor dejarlo por otra zona, y como no es una ciudad muy grande vais a llegar a
los sitios en un momento.
Nosotros aprovechamos para
dar un fantástico paseo por el centro de la ciudad que acabó en la Plaza Mayor,
dónde nos encontramos con la Catedral de Santa María y San Julián, el Ayuntamiento,
y su curiosa entrada, con acceso por una puerta soportelada.
La Catedral es cuanto menos
insólita y diferente, con unas vidrieras muy originales y llamativas (también
aprovechamos ese mismo día para verla de noche y es impresionante ver la iluminación
de éstas). Ya que estamos hablando del ambiente debemos comentaros que
comimos y desayunamos genial, sobretodo en la Plaza Mayor, que nos pusieron
unas raciones enormes por menos de 8€.
Siguiendo con nuestra
ruta, decidimos pasear por las orillas del Río Huecar hasta llegar
al Mirador de Mangana dónde se encuentra la Torre que lleva el mismo nombre,
con un excelente mirador donde se puede ver todo el esplendor de Cuenca,
pasando por la Plaza de la Merced y el archivo histórico provincial.
Ya por la tarde, decidimos
ver las famosísimas Casas Colgadas de Cuenca, con las que en un primer momento
nos llevamos un “chasco” ya que las confundimos con el “Rascacielos de Cuenca”,
que es un conjunto de edificios construidos en una roca… Os recomendamos que
veáis las Casas tanto de día como de noche, es una zona muy bonita para
visitar, debido al impresionante puente de San Pablo que cruza hasta llegar al
Parador.
Otro lugar que no os debéis
perder es el camino que va hacia la ermita de Nuestra Señora de las Angustias y
la fuente de Los Suspiros, es encantador. Pasear tranquila y relajadamente por
allí es un lujo, puedes continuar tu excursión por los numerosos
senderos y rutas que se crearon para comunicar el santuario con el resto de
caminos de Cuenca. Al bajar por las escaleras de la izquierda de la ermita se
llega a una preciosa zona natural junto al río Júcar, es el Recreo Peral. En
esta ocasión nosotros optamos por seguir el camino que hay pasando la ermita
subiendo al barrio del castillo, donde vimos los restos de la muralla de Cuenca
y la puerta del castillo (todavía recordamos esas escaleras empinadas en
zigzag, que hacen las delicias para los más deportistas... sino que se lo
pregunten a Ana…)
A última hora de la tarde y
una vez acabado el recorrido, llegamos hasta el barrio de San Pedro, dónde se
encuentra una de las ruinas del Castillo (a nuestro parecer, posiblemente la
más destacada), subiendo por la Calle del Trabuco pudimos observar desde la
parte más alta de las ruinas toda la Ciudad de Cuenca.
Ya de noche, aprovechamos
para ir de nuevo al centro y poder ver la Catedral y las Casas Colgadas y así,
poder disfrutar del ambiente de la noche conquense.
Al día siguiente, decimos
dirigirnos a la Ciudad Encantada, hay que pagar un par de euros (no es caro)
pero para ser sinceros, nos decepcionó bastante, lo imaginábamos más suntuoso y
grandioso. De camino a la Ciudad Encantada, paramos al Ventano del
Diablo que ofrece unas vistas espectaculares, un acantilado y un descenso
del río marcado por su belleza.
A la vuelta hacia
Madrid nos paramos en el pantano de Buendía y estuvimos en la ruta de las
caras, que por cierto es gratuito, merece la pena pararse si pasas cerca de
allí para contemplarlas.
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Valoración de la
ciudad: 6.75
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