Os traemos una nueva entrada
bastante “sentimental para Ana”.
Cardona, villa ducal de la
provincia de Barcelona, situada en la "Cataluña profunda", en esta
ocasión nos alojamos en casa de unos amigos, Juan Antonio y Lourdes a los que
aprovechando la coyuntura les mandamos un fuerte abrazo, estuvimos genial y os
puedo asegurar que en Cataluña se come fenomenal, me sorprendió gratamente,
fuimos a ver a familiares y amigos y nos “pusimos las botas” de la comida
típica catalana, ese” pa amb tomàquet” y esas “monchetas con butifarra” de
Lourdes... ¡¡¡todo estaba buenísimo!!!!
Cardona es una villa pequeña,
pero tiene muchas cosas que destacar… en este caso vamos a ser sinceros y Ana
no puede ser imparcial con ella, este paraje vio nacer a su madre y a sus tíos,
y allí, durante los primeros años de vida fueron inmensamente felices
recorriendo sus callejuelas empinadas y estrechas, viendo el imponente Castillo
y su majestuosa montaña de Sal.
El castillo que está en perfecto
estado y que podéis visitar gratuitamente, actualmente es Parador Nacional; fue construido en el año 886 por Wilfredo el
Velloso; y es de estilo románico y gótico, incluye la denominada Sala Dorada y
la Sala dels Entresols. Cuando fuimos se rumoreaba que lo querían cerrar,
esperemos que no sea así nunca y que la gente que vaya por allí lo pueda
disfrutar como lo hicimos nosotros. Las vistas de la zona desde la Torre la Minyona son espectaculares, es sin
duda su joya, fue construida en el siglo
XI, de 15 metros de altura y más de 10 metros de diámetro. Desde allí podéis
divisar las Minas de Sal, las montañas
del Bajo Pirineo, el puente del Diablo, todo el valle del Cardener, el Pont
Vell, incluso si hace un buen día se puede ver ¡¡el macizo de Montserrat!!.
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Anexa al Castillo se encuentra la
Colegiata de San Vicente, no dudéis en entrar porque os sorprenderá gratamente. De obra románica,
el espacio interior está dividido en tres naves: una nave central de mayor
tamaño y dos naves laterales más pequeñas. Todo el cuerpo del presbiterio y del ábside central queda elevado, ya que en
su espacio inferior se encuentra una cripta que alberga una pequeña capilla.
Sin duda, llama mucho la atención sobre todo por el Jesús crucificado que hay
en su interior.
La Iglesia de San Miguel, situada
en el núcleo más antiguo de Cardona, de estilo gótico. En su interior podréis
observar una pila bautismal del siglo XV, cabe destacar la cripta, donde se
guardan las reliquias de los Santos Mártires: dos retablos góticos, uno
dedicado a Las once mil vírgenes y el otro a Santa Ana. Otro centro de gran interés
es la imagen de la Virgen del Patrocinio, una bella estatua gótica en alabastro
policromado del s. XIV. Uno no puede marcharse de Cardona sin ver esta joya.
El museo de la sal de Josep Arnau,
que se encuentra en la plaza Santa Eulalia junto a la calle “La Fira” cercana
al castillo, la calle dónde vivió Bea, la madre de Ana, sus primeros años de
vida. En el os explicarán la historia
del pueblo y sus vínculos con las minas de la sal, el museo lo lleva una
familia muy vinculada con Cardona, el fundador Josep Arnau, fue un artesano
local que creaba piezas con sal. Su hija Ramona Arnau, hará de guía de la
misma, es muy probable que os hable en catalán, pero si le decís que os lo
explique en castellano, no habrá ningún problema, como así hicimos nosotros.
Y por supuesto lo que tenéis que
hacer es perderos por las calles de Cardona, algunos rincones son muy bellos.
Durante el mes de Mayo, son las fiestas de “Las Calles”, cada barrio tiene un gigante que recorre sus calles hasta llegar a la Fira, dónde se encuentra con el resto de gigantes a los que hacen bailar festejando éstas; el día del Corpus adornan todas las calles con alfombras de flores, sus calles de estilo medieval se engalanan y vuelven a traer el esplendor de aquella villa ducal dónde vivieron, durante el siglo XV, los duques de Cardona, una de las familias más importantes de la Corona de Aragón “los reyes sin corona”, emparentados con la Casa Real.
Por último, las minas de sal; al
ir en Navidad no pudimos visitarlas por dentro, pero si estáis allí y tenéis la
suerte de poder verlas no lo dudéis ni un segundo. Juan Antonio trabajó en
ellas durante muchos años, hasta que éstas se cerraron en 1990, antes que él, Inocente,
abuelo de Ana, trabajó en éstas. Llegó a Cardona en el año 1948, su intención
era marcharse a Francia, en busca de una vida mejor como muchos otros en
aquella época, la casualidad hizo que allí conociera a Ana, abuela materna de
“nuestra Ana”, una joven “cardonesa” con ascendencia almeriense, allí se
casaron y tuvieron a sus tres hijos.
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Desde pequeñita a Ana, su madre
siempre le contaba las vivencias de su infancia en aquel lugar con toques
mágicos y medievales, se crió escuchando las historias de las minas de Sal, de
la lucha de un alcalaíno del Real Madrid al que los más barcelonistas de
Cardona querían ( y odiaban cuando su
equipo ganaba…en la misma cuantía), del hambre, de un castillo con fantasma
incluido. Allí, se encuentra parte de su familia, que aún no siendo
consanguíneamente la siente así, sus
tíos, sus primos…
Nadie, debería ir por allí y no visitar Cardona,
villa declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico
en el año 1992. Tierra de acogida que supo transmitir el amor por esas montañas
del Prepirineo Catalán.
Valoración del pueblo: 7
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