martes, 2 de septiembre de 2014

ALICANTE, CAPITAL DE LA COSTA BLANCA

Alicante es una ciudad costera donde mucha gente decide pasar sus vacaciones veraniegas, cuando pensamos en esta ciudad la primera imagen que aparece es la de la playa, pero Alicante tiene mucho más que sol, mar y arena.

Lo más destacado de la ciudad es sin lugar a duda el castillo de Santa Bárbara, bastante grande por cierto, así que, visitarlo  llevará un buen tiempo, está ubicado en la cumbre del monte Benacantil,  a 166 metros de altitud. En él  se encuentra una de las más grandes fortalezas medievales de España desde la que se divisa la bahía de Alicante con unas vistas increíbles de la ciudad, la entrada al castillo es gratuita, pero si se quiere acceder por el ascensor tiene un coste de unos 2,70€ ( jubilados y en horario de 19:30 a 23:30 es gratuito).

Nosotros accedimos al castillo pasando por el barrio de Santa Cruz un barrio precioso de Alicante con mucho colorido gracias a la gran cantidad de macetas y azulejos decorados con sabor añejo en sus escaleras y calles antiguas, según subáis encontrareis el mirador con el mismo nombre con unas vistas privilegiadas de la ciudad y la iglesia del barrio.

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Siguiendo nuestro ascenso hacia el castillo, (llevad unas buenas zapatillas ya que hay que subir varios tramos de escaleras y alguna que otra cuesta, eso sí, no es muy agotador y cualquier persona lo puede realizar sin problemas) nos encontramos con el parque de la Ereta que se sitúa a los pies del Castillo, si os dais un paseo por el parque seguiréis teniendo magníficas vistas de la ciudad. Es un parque moderno en cuya construcción se  han tenido en cuenta aspectos medioambientales y de simbiosis de lo construido con el entorno y  vegetación autóctona, ocupa casi siete hectáreas, puedes contemplar la Concatedral de San Nicolás, el Puerto, casi tocar la ‘Cara del Moro’, el famoso icono de Alicante, y admirar en todo su esplendor el mar Mediterráneo.  Al estar junto al Casco Antiguo tiene el gran atractivo de permitir recorrer la muralla del Castillo, que está restaurada, en un impresionante paseo en el que tenemos Alicante y el Mediterráneo a los pies.


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Dejando las “alturas” de la ciudad y dirigiéndonos al puerto pudimos dar un tranquilo paseo por la Explanada de España donde podréis observar la casa Carbonell, construida  por J. Vidal Ramos entre 1922 y 1925, arquitecto responsable de numerosos edificios civiles de la ciudad de Alicante durante la época. Desde allí nos dirigimos al puerto donde se encuentra una réplica del Navío Santísima Trinidad del siglo XVIII, convertido en restaurante temático y museo donde podréis tomar algo mientras divisáis en la lejanía la estatua de Ícaro. La estatua de bronce fundido fue colocada en el Muelle de la Reina en 1999, es una imagen de la mitología griega que representa a Ícaro, hijo de Dédalo, que huyó de Creta donde estaba retenido por el rey Minos valiéndose del invento de unas alas unidas por medio de cera. En la escultura se hace una recreación del mito griego a la actualidad mediante la tabla de windsurf.

Tras atravesar la Explanada de España se encuentra el parque de Canalejas, el parque más antiguo de la ciudad que debe su nombre a la memoria  de José Canalejas, presidente del Consejo de Ministros del Gobierno de España entre 1910 y 1912, y benefactor de Alicante .  Lo más curioso de este parque son sus inmensos árboles centenarios, los “ficus”, que esperan inertes el paso de los años. A su carácter romántico se le unen otros de carácter más moderno y que se han puesto de moda (y lo agradecemos) como son los aparatos para mantenerse en forma, juegos infantiles y una también romántica fuente coronada por un niño flautista. Este parque ofrece preciosas vistas del puerto deportivo y los barcos atracados en él tanto a turistas como a los lugareños que pasean por él.

Si hay una plaza especialmente romántica y evocadora en Alicante esa es la plaza de Gabriel Miró. Un lugar especial que comparte encanto con el cercano Portal de Elche, haciéndola una de las plazas más bonitas y evocadoras de la ciudad. En el centro se encuentra una majestuosa fuente de 1918, la Fuente de La Aguadora, en ella apreciamos una curiosa escena: en la parte más alta la figura de una mujer en pie que escancia con un cántaro el agua que cae sobre la figura de un fauno. La composición se completa con otras formas, como un animal de aspecto diabólico o un sileno con cola de pez que sujeta, con una de sus manos, a un ganso que lucha para zafarse.


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Mientras paseábamos por las calles nos topamos con una calle muy particular, la calle de San Francisco, decorada con "Setas Gigantes y caracoles" y un suelo muy colorido, es una pequeña zona infantil que no deja indiferente a nadie, la foto es obligada tanto para pequeños como para mayores (os aseguramos que estos últimos disfrutan mucho más) te transporta a la más tierna infancia mientras juegas a sentirte chiquitito otra vez.

Otros monumentos de Alicante que debéis ver sin duda, son el Ayuntamiento, obra arquitectónica civil barroca del siglo XVIII construida sobre la antigua Casa de la Ciudad, del arquitecto Lorenzo Chápuli, en el que se pueden apreciar elementos ornamentales como las columnas salomónicas de la fachada o sus dos torres. La Concatedral de San Nicolás con una vista excepcional de ésta que desde el castillo o el mirador del barrio de Santa Cruz tendréis, la Basílica de Santa María, la construcción religiosa más antigua de la ciudad de Alicante, que data del siglo XIV con una fachada preciosa y la plaza de los Luceros que de noche iluminada es muy llamativa, está coronada por la Fuente de los Luceros, un monumento artístico que se inspira en la naturaleza y en las cuatro estrellas errantes que brillan en el cielo estrellado. En la parte baja destacan cuatro caballos que simbolizan la conexión del mundo celeste y el terrestre, en la parte central hay cuatro figuras femeninas relacionadas con las Hespérides.

Tenemos que reconocer que a pesar de ver grandes monumentos y calles espectaculares nos esperábamos algo más de Alicante, nos sentimos algo frustrados con la ciudad, cuál fue nuestra sorpresa cuando visitamos la “joya de la corona”, el parque del Palmeral, no por su antigüedad, ni por sus esculturas y fuentes sino porque adentrarte en él es como adentrarte en un pequeño oasis en medio de la ciudad. Como su nombre indica lo que más destaca de él son su cantidad de palmeras, también hay otros tipos de árboles y vegetación. El parque es un lugar ideal para pasar las mañanas o las tardes con niños, pues dispone de amplias zonas para poder caminar,  correr y jugar, entre sus abundantes palmeras y  caminos. Cuenta con un lago, con una cascada preciosa y ríos artificiales  que se pueden atravesar por sus puentes de madera, al estar al lado del mar, el poder disfrutar sentado del parque y ver éste a tus pies es una experiencia 100X100 recomendable, nosotros saboreamos del atardecer en el parque y creemos que es el mejor momento para ir, puesto que cuando se iluminan los faroles que se encuentran en éste, adquiere un encanto especial.  

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Por último deciros que no es nada difícil aparcar en Alicante, ¡¡¡toda una suerte!!! Nosotros lo hemos hecho en varias ocasiones cerca de la Estación de Renfe.

Una de las veces que la visitamos encontramos por casualidad un lugar en el que ponían las cañas a 60 céntimos (30 céntimos algunos días de la semana, como fue en nuestro caso), por supuesto decidimos tomarnos unas cuantas para refrescarnos de tan caluroso día, el bar en cuestión se encuentra en la calle del ayuntamiento, y es una franquicia ubicada en Alicante, no dudéis en tomar algo tranquilamente después de un agotador día visitando una ciudad que no puede dejar indiferente a nadie por su sabor a mar y nostalgia.

Valoración de la ciudad: 6


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