Siiiii, ya lo
sabemos. Y por el título de nuestra entrada, dormida como nosotros este
tiempo. No tenemos perdón, pero hemos de
confesar que estas navidades han sido algo raras y bastante ajetreadas y hemos
abandonado un poco el blog. Hoy os traemos una pequeña ciudad con encanto de
la provincia de Guadalajara, Sigüenza.
Esta vez nos
acompañaron a descubrir los parajes del lugar, dos buenos amigos, Raquel y
Juan.
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A primera hora y nada
más llegar, decidimos hacer una ruta de senderismo a pocos kilómetros de
Sigüenza, adentrándonos en la Hoz
de Pelegrina y el barranco del río Dulce. Es un paisaje muy agradable, con espacios naturales muy diversos donde
se pueden observar buitres, e incluso quizás, os podáis cruzar con algún lobo,
nosotros solo los oímos aullar, algo que para alguien que no está acostumbrado
a la vida “campestre” puede resultarle abrumador.
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Disfrutar de la comida
a orillas del río Dulce es una pasada por la tranquilidad que da escuchar como
corre el agua. Allí nos adentramos nosotros cuatro, con nuestros bocadillos,
nuestros refrescos y aferrados a unas rocas para no caernos al río, fue
bastante divertido y placentero. Perderse entre las aguas mansas y la verde
frondosidad que te rodea, es una verdadera gozada.
Pasada ya la mañana,
decidimos ir al mirador de Félix Rodríguez de la Fuente , también conocido
como “De Pelegrina”, con él se quería recordar la memoria del Sr. Rodríguez de la Fuente , naturalista y
difusor de la naturaleza, de origen burgalés (en otra entrada del blog os enseñaremos
fotografías y el entorno que le rodeo en
su más tierna infancia) a través de los tan conocidos documentales “Fauna
Ibérica”, “El Hombre y la
Tierra ”, etc.
Fue en ese lugar, dónde
se grabó la imagen del águila llevando una cabra, que todos tenemos
inmortalizada en nuestra memoria al recordar a tan célebre personaje, o la
infinidad de imágenes de lobos ibéricos que nos dejó para la posteridad.
Sin duda alguna, el
mirador es un gran ventanal a la naturaleza, dónde hay unas vistas
privilegiadas del paisaje, incluso el efecto del eco, nítido y claro, nos
adentra a un lugar con variada y grandiosa riqueza natural. Cualquier persona
que vaya a Sigüenza no puede perder la oportunidad de acercarse por estos senderos.
Por la tarde decidimos
visitar Sigüenza. Tenemos que reconocer que esperábamos un mayor
encanto, es verdad que tiene monumentos muy vistosos, pero íbamos con mayores
expectativas.
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Una bella ciudad medieval que parece dormida en un sueño secular de piedra,
como el propio Doncel, como diría la escritora, Elvira Daudet, y no podemos
estar más de acuerdo con ella.
La ciudad se asienta en
el alto valle del Henares, conocido como el valle de Sigüenza, lugar
estratégico sobre la calzada romana del Henares y posicionamiento defensivo y
militar en el medievo que hizo que la misma confirmara su supremacía sobre el
resto de lugares del valle.
Lo más destacado de
Sigüenza es sin duda la catedral, construida en el siglo XII, es un punto de
referencia sublime de la localidad. Se trata de una de las catedrales más
originales y vistosas de España, también conocida por “El Doncel de Sigüenza”
puesto que, en su interior se encuentra el sepulcro de D. Martín Vázquez de
Arce, Caballero de Santiago que falleció en la Guerra de Granada.
Otro monumento a
destacar es sin duda el que fuese el castillo de
los Obispos de Sigüenza, un palacio-fortaleza, que
actualmente es Parador. Es una pena que la explanada anexa al castillo se
utilice de parking porque en el caso de que haya muchos coches afea un poco la
imagen señorial del castillo.
Al ser una ciudad pequeña podéis recorrer su casco histórico de forma rápida y deteneros en los
diferentes rincones de ésta, como la plaza Mayor, la Alameda o la plazuela de
la cárcel entre otros. Os recomendamos que os hagáis con un pequeño plano para recorrer todos los rincones sin perder detalle alguno.
Antes de marcharnos
decidimos tomar un refresco en uno de los bares más céntricos y como aquí
comentamos nuestra experiencia (que no tiene porque ser del agrado de nadie)
debemos decir que no nos gustó mucho, poca amabilidad y algo caro, por un
refresco sin ni siquiera unas tristes patatillas nos cobraron 2€ a cada uno...
Aún así, hay que
reconocer que el encanto evocador de la historia vivida en los rincones de
Sigüenza, desde Roma hasta la Guerra Civil ,
pasando por la Reconquista ,
le convierte en un enclave idílico dónde pasar un agradable día.
Valoración de la ciudad:
5,25
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